Esta columna fue escrita por Cayetano Llobet * ®® Entre Paréntesis…
Lo dijo el ministro Quintana: “¡Tenemos que frenar el referéndum del 4 de mayo!”. Primera evidencia: todas las afirmaciones anteriores del Presidente y del ‘Vice’, en sentido de que no había nada que discutir “porque todos estamos de acuerdo con el reconocimiento de las autonomías”, resultaron mentiras. Quintana, finalmente, ha dicho la verdad gubernamental: ¡hay que frenar el referéndum!
Y es que el Gobierno sabe que ese 4 de mayo se va a redactar el acta certificatoria de la inexistencia del Estado que Evo Morales cree presidir. Y sabe, además, que es el prólogo a capítulos que escribirán Tarija, Beni, Pando y Chuquisaca, y al avance incontenible de la idea autonómica en Cochabamba y Potosí. La famosa ‘nueva era’ de Morales, apenas en dos años, se convierte en la pesadilla de tener a dos tercios del país en contra de su gran proyecto de ‘refundación’, que no era otra cosa que el proyecto de dictadura civil vitalicia.
¿Qué hacer? ¿A quién acudir? ¡Alguien tiene que darle una mano! Obviamente, como es un Gobierno que sabe que no es creíble ni confiable –pregúntenle a don Álex Contreras– tiene que acudir a otros para que le ayuden a detener el tren que se le viene encima. El cardenal fue sincero: “Así, imposible”. Y un Evo agobiado internamente decidió movilizar a todos sus amiguitos del vecindario.
Primero a la OEA. ¡Cómo no, después de las orgásmicas alabanzas de José Miguel Insulza a la ‘Constitución’ del MAS! Tampoco se le podía pedir otra cosa, dado que el secretario general le debe su cargo, su sueldo y sus ventajas a los gobiernos. Lo que no se suponía es que su actitud de monaguillo echando incienso al Gobierno boliviano iba a ser tan burda y torpe. ¿La OEA mediadora…? ¡Naranjas!
¡Ah, pero están los países amiguitos! Y Brasil, cómo no, en primer lugar. Lula da Silva ha pagado costos políticos internos por su amor y devoción a Evo Morales. Y hace poquito, su ‘monje negro’, mentor, confidente y representante personal, Marco Aurelio García, se refería a la oposición boliviana como ‘parasitaria y racista’, ¡los mismos términos de Evo para Santa Cruz! ¿Mediación de Brasil…? ¡Naranjas!
¿Y cómo no acudir a doña Cristina, heredera conyugal del lecho presidencial argentino? ¡Qué divertido!, mientras la señora no sabe qué hacer para contener las protestas rurales y tiene que usar a sus matones para combatir los cacerolazos en Plaza de Mayo, manda a su canciller para resolver conflictos… ¡en Bolivia! Claro, tiene intereses, sobre todo en el tema del gas, y hay que mantener a Evo como sea. ¿Mediación argentina…? ¡Naranjas!
¡Y Colombia envía a su vicecanciller! ¿No sería mejor que nuestro canciller Choquehuanca vaya a mediar entre su Gobierno y las FARC? Por lo menos resulta irónico que el país que lleva 50 años de guerra esté tan preocupado por una consulta popular en Santa Cruz. ¿Mediación colombiana…? ¡Naranjas!
¡Dejémonos de cuentos! La verdad, sencillita y clara, es que el Gobierno de Evo Morales está dibujando un escenario –montado desesperadamente– para justificar sus próximas medidas: “Ustedes han sido testigos de mis esfuerzos para establecer el diálogo. En vista de la radicalidad de los otros, no tengo más remedio que utilizar la fuerza”. ¡Así de sencillito y dentro del marco de la hipocresía gubernamental normal!
El ministro Quintana tiene razón: el referéndum mata al Gobierno que ya no aguanta su propio olor a podrido… ¡una manito, hermanito!
